Si algo tiene de guapo el deporte olímpico es ver a los mejores del mundo en cada especialidad. Pero lo más bonito es que esa posición de privilegio no les asegura nada de nada a los favoritos. Puedes tener un mal día y te vas para casa derrotado por otro al que le ganarías en 99 de 100 ocasiones. Recuerdo el caso de Sergei Bubka, el hombre que llegó a batir 60 veces el récord del mundo de salto de pértiga y sólo pudo ganar una medalla de oro olímpica en Atenas.
Quizás por eso, hay veces que sale algún capullo (o capulla, para ser paritarios) que lanza al aire una memez inversamente proporcional a su demografía neuronal y se marca una gilipollez olímpica de altos vuelos. La última de estos bocazas la ha protagonizado la carajota americana Jennifer Stuczynsk, que tras pasar los trials americanos con una altura de 4,92 declaró que "voy a Pekín a patear un culo ruso". La americanita se refería a Yelena Isinbayeva, la clara favorita.
Terminó la competición de pértiga y la boba de USA se quedó en 4,80 (a 12 cm de su mejor marca) mientras que la rusa saltó 5,05 (primera mujer que pasa de los 5 metros en pértiga). Yelena no le ha pateado el culo a la americana, le ha pateado la boca, que duele más.
Nunca me han gustado los bocazas ni los prepotentes. Así que esta medalla de la rusa es de las que mejor me han sabido en estos Juegos Olímpicos. Jennifer, reina, aprende a controlar esa boquita, cosa que veo complicado, porque todo el cuerpo lo controla el cerebro y el que anda escaso de eso... malo, malo. Quédate con tu platita, que te recordará toda la vida lo carajota que fuiste en Pekín. Ea, a disfutarla.
Terminó la competición de pértiga y la boba de USA se quedó en 4,80 (a 12 cm de su mejor marca) mientras que la rusa saltó 5,05 (primera mujer que pasa de los 5 metros en pértiga). Yelena no le ha pateado el culo a la americana, le ha pateado la boca, que duele más.
Nunca me han gustado los bocazas ni los prepotentes. Así que esta medalla de la rusa es de las que mejor me han sabido en estos Juegos Olímpicos. Jennifer, reina, aprende a controlar esa boquita, cosa que veo complicado, porque todo el cuerpo lo controla el cerebro y el que anda escaso de eso... malo, malo. Quédate con tu platita, que te recordará toda la vida lo carajota que fuiste en Pekín. Ea, a disfutarla.